domingo, 14 de enero de 2018

Digan "¡WHISKY!" o "¡PATATA!" ... tanto da.

Vivimos en el mundo de la imagen y de lo inmediato. De la exposición y la sobre-exposición. Eso ya lo sabemos todos. Pero que alguien me explique cómo un perfil de Instagram que solo tiene selfies, puede tener 154.000 seguidores. Pondría cuál es el nombre del perfil, pero no quiero hacerle publicidad gratuita para no aumentar esa cifra. Su perfil de Instagram se compone de 811 publicaciones, y no he visto casi ninguna que no sea un selfie suyo delante de una pared verde y una mesita de noche donde usualmente suelen verse anabolizantes y jeringuillas (porque estar "cachas" requiere de esfuerzo, you know). 

¿154.000 personas están tan interesadas en un efebo de buen ver que muestra sus maravillosos pectorales y sus coloridos calzoncillos? ¿Realmente tiene interés para esa cantidad de gente? Porque os digo una cosa: no se ve un pito en una sola de las publicaciones... ni un glande, ni un prepucio, ni un escroto, ni nada. Apenas se puede adivinar una silueta bajo los calzoncillos gastados de tantas fotos realizadas.
Al parecer ese tipo de fotos mas picantes están en una pagina que se llama "onlyfans", donde la gente obtiene ingresos mensuales por subir "material" (que cualquiera con dos dedos de frente sabe más o menos que clase de material es). El susodicho en cuestión tiene 695 suscriptores, que pagan 10€ al mes por ver sus fotos (o sus genitales sudados... No lo sé, porque yo no pago por eso). ¡¡HAGAN CUENTAS SEÑORES!!

¿Para que vas a leer un libro? ¿Para que vas a estudiar? ¿Ayudar a los demás? ¿Ser mejor persona? ¡JÁ! ¡¡Pero si nadie paga por ver una mejor persona!!


Y sigue el chorreo de noticias de gente que se estrella en su coche mientras se hacen una foto a 200 km/h, y youtubers que se matan intentando la ultima proeza para ser el próximo video "viral". Efectivamente es viral; es un virus que nos está pudriendo las entrañas a todos.

La maquinaria de esta sociedad donde todo dura tres minutos y nada trasciende más allá de la duración de un anuncio, nos viene a enseñar que no importa demasiado aquello que perdura en el tiempo. Porque cualquier cosa que requiera un esfuerzo de más de una hora, habrá pasado de moda una vez pasado ese tiempo. Mejor nos hacemos un selfie en estos treinta segundos entre que tiro la cadena y salgo del baño, que seguro que me ven 300 personas, me ponen un "me gusta" y mejoro enormemente esta autoestima que está hecha añicos y no tengo ni idea de cómo recomponer. ¡PATATAAAAAAA!

Lo dicho queridos míos, que en esta sociedad capitalista salvaje del "aquí y ahora", el dogma a seguir es: SER es mucho menos importante que PARECER, porque SER requiere tiempo y esfuerzo, y PARECER solo requiere tocar un botón en el iPhone.

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