martes, 13 de junio de 2023

La sifilítica del pueblo

    Las telenovelas nos pueden dar escenas muy bizarras e increíbles, pero a veces en su título podemos encontrar una verdad incontestable. "Pueblo chico, infierno grande" es una telenovela mexicana producida por José Alberto Castro para Televisa en 1997. Fue protagonizada por Verónica Castro y Juan Soler, y en su título resume muy bien una realidad que me ha tocado experimentar de primera mano en los dos meses que llevo en Ferrol (A Coruña).

    Hace mes y medio aproximadamente, en una analítica de rutina, descubrí que tenía unos indicadores sospechosos de sífilis. No una infección declarada, pero digamos que la analítica no era negativa del todo. Por lo cual decidí inmediatamente someterme a tratamiento sin esperar ninguna confirmación e hice lo que he pensado siempre que es lo más adecuado: avisar a las personas que pudieron estar en riesgo para protegerles a ellas y a otras personas indirectamente. Craso error, CRASO ERROR.

     Avisé a dos personas. Si bien al menos con una de ellas la posibilidad de contagio era casi nula, avisé simplemente por hacer lo correcto y cuidar de los demás incluso aunque no les conociera en profundidad. Pues una de esas dos personas se ha dedicado desde hace mes y medio y hasta el domingo pasado como mínimo (me consta de primera mano), a hacer de esa información que yo le brindo en carácter confidencial y privado, una especie de noticia a viva voz para todos los gays del pueblo (y quien sabe cuántas madres de familia también... por las dudas).

     Hoy una persona, protegida por el anonimato de una red como Grindr, sin foto, sin descripción y sin nada, me atacó con una ristra de barbaridades y salvajadas que no se han visto ni siquiera en "Hermano Mayor" (Dakota estaría orgullosa). Cosas como que yo era responsable de haber "contagiado a todos", que esto era como "Wuhan" y que yo era el "paciente cero" y que había "iniciado una pandemia" (todo lo que pongo entre comillas no son exageraciones, son reproducciones fieles de fragmentos de esa conversación). Supongo que en Ferrol no existía la sífilis hasta que llegué yo, aunque me consta que muchos de esos maricones no se hacen una serología desde el año 2018, con lo cual no sé cómo pueden saberlo con tanta certeza.

... y me sentí francamente MAL 

    Yo que ya tengo casi 43 años y la piel bastante gruesa y curtida, me sentí mal. La mezcla de ignorancia y maldad que se me lanzó a la cara, me hizo daño. Se me llegó a decir que yo sabía que tenía sífilis y que casi de forma premeditada o intencionada, había contagiado a otras personas. Me dio hasta vergüenza tener que rebatir semejante fantasía, semejante ignorancia, semejante injusticia. Poco más y se me acusa de haber preparado la sopa de Pangolín... que digo preparar la sopa, ¡DE FOLLARME AL PANGOLÍN! Me sentí traicionado en mi buena fe, pensando que hacía lo correcto y recibiendo a cambio todo el odio y la intolerancia que tenían en reserva. 

     Me he puesto a pensar; si a mí con 43 años, con tantas cosas vividas y aprendidas, me ha dolido... ¿Qué puede pasar a un chico de 20 o 25 años, que un fin de semana se siente desinhibido y tiene la mala suerte de acabar con una gonorrea? ¿Qué le pasa si tiene que verse en la situación de tener que avisar a alguien y recibir a cambio el rechazo de toda una comunidad? Si yo con 43 años me he sentido mal, no me extraña que luego de algo así un chico de 20 años decida que se va del pueblo, que este no es su lugar. Lo más triste, es que ese chico no se va escapando de la homofobia "del pueblo"; lo realmente triste es que ese chico se va escapando de la homofobia "de los maricas del pueblo". Esa gente que, supuestamente, comparte tu forma de sentir, tu forma de vivir tu sexualidad, tus afectos, tus relaciones. Esa gente que crees que te va a apoyar o al menos entender en momentos difíciles, es la primera que te da la espalda, te señala con el dedo, te escupe a la cara, te dice que eres una guarra, una cerda, una sidosa, una puerca, la paciente cero, la que trajo la sífilis al pueblo, la irresponsable, etc. 

     Como yo soy un optimista a prueba de bombas, pienso que no toda la gente es así. Ni siquiera la mayoría. Estas personas son maricones de pueblo (y perdón por usar "de pueblo" de forma despectiva, pero ya me entendéis) absolutamente amargados, pero que en su amargura quieren arrastrar al resto de personas a su abismo. 

     La ignorancia es tolerable, incluso es solucionable; pero mezclada con maldad parece no tener remedio. En su momento yo he pensado que podía cambiar algo, ser un agente de cambio, de visibilización... pero me han quitado las ganas. Yo no soy El Quijote, no me apetece darme de bruces una y otra vez contra un molino de viento. No me quiero exponer a que me lastimen por defender un colectivo que no solamente no quiere que le defiendan, sino que además se ataca desde dentro como un cáncer.

     Solo quiero animar a reflexionar a quienes todavía pueden torcer su actitud (otra gente ya está perdida). Animo a que nos cuidemos entre nosotros, que seamos tolerantes, empáticos, comprensivos. Que en lugar de señalar con el dedo, demos las gracias. Que seamos conscientes de lo mucho que duelen algunas palabras. De lo mucho que podemos empujar a una persona a la absoluta infelicidad (me refiero más al chaval que acaba de salir de casa de sus padres, no a mí... que ya no me mata ni el cianuro). La autodestrucción puede ser individual (la he visto mucho en Madrid) o colectiva (la estoy viendo en Ferrol), pero es autodestrucción de cualquiera de las maneras. Somos pocos, y mas en "el pueblo", no nos podemos dar el lujo de tratarnos como mierda; aunque solo sea con un fin práctico y no moral.

    Yo les deseo, de todo corazón, a todos los que me tienen enredado en sus lenguas desde hace 45 días, que nunca reciban una "mala noticia" en una serología (si es que algún día se deciden a actualizar la de 2018). Espero que nunca tengan que recibir en sus carnes estos palos. Que nunca tengan que sumar al sufrimiento de estar enfermos (porque si, una persona con una ITS no es una guarra, sino que está ENFERMA), el sufrimiento de ser señalados como personas de tercera categoría deshechables, humillables y prescindibles. Les deseo desde el fondo de mi corazón que no les pase.. y si les pasa, que al menos APRENDAN y sean un poco menos miserables con los demás.

     Otra obra literaria, un poco más lejana en el tiempo a las telenovelas, es el "Martín Fierro" de José Hernández escrito en 1872. Pero igual que las telenovelas, puede encerrar verdades que tenemos que grabarnos a fuego en nuestros corazones. Y en una de sus páginas, dice un verso que nos deberíamos aplicar, todos aquellos que pertenecemos a una "minoría", cualquiera que sea:

 

"Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean los devoran los de ajuera"

 

 


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