La historia de la radio
es una historia de ciencia, y de inventores, pero también de egos, de dinero,
de zancadillas... todo muy natural y humano.
Vamos a lo básico, la
materia cuando recibe o emite energía, puede producir una radiación que ahora
llamamos “espectro electromagnético”. Para resumir mucho mucho, digamos que el
espectro es la radiación que se produce cuando los electrones de un átomo se
mueven de un nivel de energía a otro. Hay una parte del espectro muy conocida
por todos; la luz visible. Pero esa es una parte muy pequeña del espectro. Por
encima de la luz, tenemos radiaciones invisibles y muy cargadas de energía: luz
ultravioleta, rayos x, y rayos gamma. Estas radiaciones pueden ser muy
peligrosas.
Por eso el radiólogo sale de la habitación cuando nos hace una
radiografía, nos tenemos que poner protección solar contra los rayos
ultravioleta, y si nos da un rayo gamma de lleno despídete rápido de tus
familiares y amigos.
Por otra parte, por debajo del segmento de la luz tenemos la
radiación infrarroja, las microondas, y las protagonistas de esta historia, las
ondas de radio. Todas éstas son mucho más amables porque no llevan tanta energía.
Todo esto que os cuento, ya lo había teorizado James Maxwell
1861. Este señor nacido en Edimburgo, Escocia; se dio cuenta que el magnetismo,
la luz, y la electricidad al final eran manifestaciones de un mismo fenómeno.
Unos veinte años mas tarde, el alemán Heinrich Hertz, pudo probar en la
práctica que estas ondas se podían producir, se transmitían por el vacío y el
aire, y se podían detectar jugando con la electricidad y los imanes.
En un
principio todo esto no eran más que cuestiones científicas sin utilidad
práctica, hasta que otro grupo de científicos empezaron a pensar que todo este
birlí-birloque de ondas podía usarse para transmitir energía o información.
Hasta ese momento, toda la información se tenía que transmitir por cables. El
cacharro estrella de las comunicaciones a distancia era el telégrafo, y mas
adelante el teléfono; pero cualquier comunicación necesitaba kilómetros y
kilómetros de cables, con los problemas que esto presentaba de mantenimiento,
obras, y material. Y además hay que tener en cuenta que eran aparatos que no
tenían ninguna movilidad, ya que para que un barco se comunicara con tierra,
básicamente tenía que estar atado por un cable a tierra firme. Imaginaros hasta
donde habría llegado Colón si le hubieran puesto una soga a las Carabelas. Así
que cuando se descubrió y se probó todo este tema de las ondas, a unos cuantos
se les hizo agua la boca pensando en las posibilidades.

Ya entre 1895 y 1898 Tesla estuvo haciendo demostraciones de
radio a distancia. Incluso en un lago del Central Park de New York se puso a
manejar un bote a control remoto y casi lo llevan preso pensando que eso era
brujería, o que directamente había metido un mono amaestrado dentro del
botecito.

¡Es que de tanto jugar al Tetris, los Rusos se hacen muy
listos! Así que Popov experimenta y experimenta
y termina por inventar la antena de radio alrededor de 1885. Pero no solo los
rusos eran listos, resulta que también la India habían científicos punteros.


Guillermo Marconi mas o menos al mismo tiempo que todos los
demás, estaba investigando este maravilloso mundo de las ondas de radio. Hasta
que un día, con un poco de madera, cables, imaginación y mala leche; construyó
un aparato que usó para enviar mensajes en código Morse entre Francia e
Inglaterra. Aquello lo pondría en el pedestal de los pioneros de la tecnología
y la ciencia, si no fuese porque Marconi construyó su radio usando 17 patentes
de Tesla, además de partes de inventos de Alexandr Popov, Chandra Bose y otro
científico llamado Oliver Lodge. Realmente el mérito de Marconi es haber visto
una utilidad práctica en toda esa nueva tecnología, y haber montado un aparato
con patentes existentes. Claro, todo ese mérito se va a la porra cuando Marconi
intenta patentar su invento haciendose el longuis y escondiendo que su
“invento” es un batiburrillo de cosas que ya otros han patentado tiempo antes.
Asi es que la academia Rusa de las ciencias rechaza su patente
cuando se dan cuenta que su invento tiene partes que ya había patentado
Alexander Popov. Y ya se sabe que los rusos no llevan nada bien eso de que
venga alguien de fuera a robarles los inventos, asi que se salvó de milagro de
que lo mandaran a picar piedra a Siberia. Y otro tanto de lo propio hizo la
oficina de patentes de los Estados Unidos, que lo vio venir con su radio bajo
el brazo y le dijo “¡Quieto parao! Que tu
colega Tesla ya tiene la mitad de tu radio patentada hace dos años”.
Entonces, ¿Como es que Marconi no está en Siberia y es
considerado el inventor de la radio durante tanto tiempo?
La respuesta es bastante
fácil; ENCHUFES… y no me refiero a los que se conectan a la pared.
El listo de Marconi tenía un amigote muy importante en Estados
Unidos, uno de estos enchufes que te dan una energía enorme: Thomas Alva
Edison.

Que no es por sembrar cizaña, pero yo igual también me hubiese
molestado un poquito.
A día de hoy no se sabe
si realmente eso fue asi, o si Tesla realmente se enojó porque Edison no le
quería subir el sueldo de 18 a 25 dólares; pero lo cierto es que Edison era un
rata y Tesla un antisocial, así que aquel matrimonio ya iba mal desde el
principio. Total; que Marconi era muy amigo de Edison, y entre los dos veían
que aquel invento de la radio o el telégrafo sin hilos podía dar mucho dinero.
Así que al parecer Don Tomás se puso a mover hilos todo lo que pudo para que a
Tesla le retiraran la patente y autorizaran la de Marconi. Y así fue que en
1904, increíblemente la oficina de patentes de estados unidos aprobó la patente
de Marconi. De ahí en mas, La empresa que fundó Marconi, la “Marconi comunications company” tuvo via
libre para forrarse con el nuevo invento y de paso agradecerle a Edison por los
favores recibidos.
¿Y Tesla?
Tesla quedó un poco
comiéndose los mocos, la verdad. Se metió en un pleito a partir de 1913 para
que le devolvieran la patente, pero no tenía un duro para pagar a los abogados,
y al final se murió en 1943 sin haber visto ese objetivo cumplido. Pero mira
como son las cosas, que ese mismo año, al rato de morirse Tesla, la oficina de
patentes de una vez por todas reconoce que la patente de Marconi es inválida y
está basada en 17 patentes existentes de Tesla. Así que dicen que de Marconi “nanai”
y desde ese dia Tesla figura como el inventor de la radio. Marconi en todo caso
queda como inventor de la “telegrafía sin hilos”, que es como decir que le
reconocen el invento del abre-fácil de los paquetes de galletas.
Podemos pensar que la oficina de patentes de EEUU ha actuado
con justicia y benevolencia…
… pero las cosas no son casi nunca tan dulces en el mundo real.
Veréis, después de la primera guerra mundial, fue Marconi quien se metió en un
pleito contra el gobierno de los Estados Unidos porque al parecer los yankis se
hincharon a usar la radio durante la guerra, y no le dieron ni las gracias a
Marconi por usar su invento.
Como los yankis también son muy listos (casi como los Rusos y
los Indios), cuando se murió Tesla pensaron “¡Ésta
es la mía!”. Ya se sabe que muerto el perro se acabó la rabia; asi que lo
que hicieron fue darle la patente de la radio al finado, así de esa forma
dejaban KO a Marconi que ya no podía demandarles por el uso de una patente que,
en la práctica, ya no era suya.
Pero vamos a responder a la pregunta del millón, ¿Quien inventó
la radio?
Bueno, a día de hoy hay
consenso de que el invento en su mayor parte pertenece a Nikola Tesla, aunque
se entiende que es un invento colectivo de un montón de científicos que fueron
aportando avances para lograr lo que hoy llamamos radio. Por ahí está el
canadiense Reginald Fessenden, el británico John Ambrose Fleming, o el
estadounidense Lee De Forest.
Pero uno que llama mucho la atención es un
Español. Que ya se sabe que Españoles hay en todo

Don Julio obtuvo sus primeras patentes en telegrafía sin hilos
antes de finalizar el año. Es cierto que el italiano inventó antes que Cervera
la telegrafía sin hilos, pero para transmitir señales, no sonido. Cervera fue
el que transmitió voz sin cables entre Javea en Alicante, e Ibiza a 85
kilómetros de distancia. Todo ésto en 1902. Pero ahi se quedó don Julio, como
una anécdota más, mientras otros se llevaban toda la gloria y el parnés.